domingo, 3 de febrero de 2008


Anécdotas de las graduaciones

El día de mí graduación con solo mirar una sola vez la foto se puede dar cuenta lo nervioso que estaba aquel día, y lo incomodo que permanecía posando frente a las cámaras. El cuerpo esta sostenido prácticamente en una pierna.

En el autorretrato estoy vestido de traje formal color negro tiza, la mano derecha esta apuñada (costumbre que tengo), luzco una sonrisa de victoria y satisfacción, zapatos negros y corbata negra con puntos blancos diagonales y camisa negra.

En aquella fotografía vestido de “pingüino” como le dicen los jóvenes hoy día a vestirse formalmente, se puede ver que aquel lugar no era el mejor de todos, ya que las baldosas del suelo son de épocas remotas además de ese color chocolate, y peor aun ese color naranja de la pared lo cual hace que parezca salón de quince años y no de graduaciones.

También se puede notar ese “parado” de actor de telenovela y esa frente de niño recién nacido. La mirada y la risa maliciosa hacen ver que en aquel lugar habían más personas observándolo y a su vez trata de esconder un poco el abdomen para verse mejor pero lo que hace es quede como robot recién desempacado.




La mujer de rojo




Aquella mujer se encuentra en un salón artístico, la cual deja ver en su rostro la tristeza y soledad que siente. Esta sentada mirando el cielo para ver si algún ser superior le devuelve la esperanza que de la vida ha perdido ya que entre los humanos no cree hallarla.

En su piel esta marcado un color rojo que hace reflejar lo que ha sufrido a causa de las enfermedades que envenenan su cuerpo. La pena que lleva, hace que todo aquello que se cruce con ella lo vuelva tan malo, como lo que ella siente, por lo cual irradia un color oscuro que mancha y extingue cualquier paraíso.

Su cuerpo en forma de pez, está sumergido en un oscuro mar de colores que apenas permite ver el camino hacia el sol pero que del otro lado ilumina un volcán de lava que viene arrasando con todo.

Aquel cuerpo reposa en los restos de un incendio que consumió todo y solo quedan en sus paredes colores de antiguas pinturas que lucían en aquel lugar y su tristeza del no saber a quién pedir ayuda no la deja parar ya que lo perdió todo.